Intervención del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, en la 73° Sesión Ordinaria General de la Organización de Naciones Unidas, ONU

Miércoles, 26 Septiembre 2018 - 11:00pm

Evo Morales Ayma - Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia

SEDE DE LAS NNUU, NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS

Hermana Presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprovecho esta oportunidad para felicitarla por su reciente elección en este importantísimo cargo. Hermano Secretario General de las Naciones Unidas. Hermanas y hermanos, jefes y jefas de Estado y de Gobierno; hermanas y hermanos, de las delegaciones presentes.

Los hombres, mujeres y niños de todos los continentes, a lo largo y ancho de nuestra casa común, el planeta Tierra, esperan que nuestras deliberaciones tengan algún resultado concreto en el mejoramiento de sus vidas. El mundo ve que sus líderes se reúnen una vez al año y guardan la esperanza de que cumplamos a cabalidad el mandato de cumplir una sociedad más justa para todas y todos.

Cuando las Naciones Unidas fueron creadas después de la Segunda Guerra Mundial, se establecieron propósitos claros, que sirven ahora para medir nuestros triunfos o nuestros fracasos, nuestras amenazas y nuestras oportunidades. Nos propusimos mantener la paz, la seguridad y la justicia internacional para prevenir y eliminar las amenazas y para suprimir los actos de agresión. Nos propusimos resolver nuestras controversias por medios pacíficos, nos propusimos fomentar relaciones de amistad entre las naciones basadas en el respeto al principio de la igualdad, de derechos y de la libre determinación de los pueblos.

Hermanas y hermanos, el tema para el debate de esta Asamblea General sobre la importancia del liderazgo global de la Organización de las Naciones Unidas para los pueblos y en procura de sociedades más justas y con responsabilidad compartida, me permite abordar una expresión práctica de los principios de la Carta de las Naciones Unidas. La obligación de los Estados miembros de arreglar sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz ni la seguridad internacional ni la justicia.

Me refiero al proceso presentado por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, cuya decisión se hará conocer la próxima semana. El caso se refiere a la obligación de Chile de negociar con Bolivia de manera efectiva y oportuna un acceso soberano al océano Pacífico. Se trata de una causa que pone a prueba la responsabilidad compartida de dos Estados para acordar soluciones justas en el marco del Derecho Internacional.

En 2015, dicha corte asumió competencia para conocer y resolver esta controversia internacional, cuyo interés hemisférico fue reconocido por la Organización de los Estados Americanos (OEA), en tanto involucra a dos vecinos y compromete la vocación de integración regional de los pueblos. Bolivia tiene el mejor propósito de lograr con Chile de buena fe una solución duradera, sostenible y mutuamente satisfactoria al centenario conflicto que enfrentó a dos países vecinos. Un conflicto cuya peor consecuencia fue el encierro de Bolivia, privando a su pueblo, al Estado de un acceso al océano Pacífico, una condición que afectó y afecta severamente su desarrollo humano y económico.

La demanda marítima de Bolivia tiene relación con la compresión de la diplomacia de los pueblos por la vida, por el derecho de participar del mar y de sus inmensos recursos. El escenario de vida más extenso del planeta, el patrimonio común de la humanidad de los pueblos, el ser humano se complementa con el mar. No es posible la vida y la tierra sin agua, y no es posible pensar en la vida de los pueblos sin un acceso al mar. El mar no sólo es una puerta al comercio, al mercado o las transacciones modernas, sino es una ventana a otros pueblos y, en sí, a la vida misma.

Esperamos que el arreglo judicial que se ha planteado ante la Corte Internacional de Justicia sea reconocido y contribuya a aproximar a las partes para iniciar una negociación fructífera. Pero también esperamos que ayude a asumir de manera conjunta la importancia de un acuerdo verdadero, que sincere las causas y los efectos del conflicto que por más de un siglo nos distancian. Que examine de manera crítica la insuficiencia de los pactos y los intentos para superar el encierro de Bolivia, que valore y proyecte las ventajas recíprocas de acuerdos oportunos y efectivos en el marco de los propósitos de la integración regional y global. Que signifique la reconciliación de dos pueblos absurdamente confrontados por causas ajenas a sus valores de convivencia fraterna.

El conflicto entre Bolivia y Chile, por un acceso soberano al océano Pacífico, no puede atribuirse a un propósito coyuntural reciente de orden político ni electoral. Se remonta a los orígenes mismos de nuestra disputa territorial de fines del Siglo IXX cuando intereses corporativos foráneos, interesados en la explotación de los recursos naturales de las zonas de Atacama, como el guano, el salitre, la plata y el cobre, impulsaron una campaña bélica, asimétrica, expansionista en la región.

La mediterraneidad impuesta a Bolivia no pudo remediarse a través de tratados, de resultados insuficientes ni por los intentos de acuerdos o compromisos fallidos. La persistencia del reclamo del pueblo de Bolivia es más que centenaria, tanto en el ámbito regional, como en los organismos multilaterales. Bolivia tiene la certeza de que la decisión que adopte la Corte Internacional de Justicia, independientemente de sus alcances, marcará un nuevo tiempo en la relación de Bolivia y Chile para enfrentar el futuro con altura de miras, para explorar soluciones mutuamente aceptables y duraderas.

La vocación de paz y la voluntad política de nuestros pueblos y sus líderes debe ser unívoca para santificar soluciones posibles, funcionales y con las que las partes se sientan ganadoras y no derrotadas. Controversias aún más antiguas y complejas en el mundo han tenido soluciones prácticas y posibles, forjadas en una diplomacia creativa y eficaz. Bolivia y Chile, sus pueblos y sus gobiernos deben esperar con serenidad una decisión judicial que, más allá de sus aspectos formales, puede abrir un nuevo tiempo de paz, justicia y fraternidad.

Esta oportunidad también debe merecer la atención de los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas, pues es la decisión de su principal órgano de justicia al asumir competencia para conocer una controversia y decidirla. En su caso, orientando modalidades de solución, habrá sentado un precedente en favor de sociedades más justas y con responsabilidad compartida, para solucionar sus diferencias, en contraste al pasado, cuando se fundaban, solo en la dominación de la victoria bélica. Esta, la transcendencia de nuestro caso en el contexto del tema de esta 73° Asamblea General.

Hermanas y hermanos, en reiteradas oportunidades hemos alertado a esta Asamblea sobre la multiplicidad de crisis que enfrenta la humanidad y la vida en su conjunto en el planeta. Lamentablemente cada año asistimos a este evento para corroborar que pese a muchos esfuerzos loables varias de esas crisis no sólo se mantienen, sino se han magnificado.

En esta oportunidad quiero hablar de las tres más grandes amenazas que enfrentamos. La primera es el cambio climático; cada año es más caliente que el anterior, cada año se producen fenómenos climatológicos más severos, cada año más personas y otros seres vivos se ven afectados de manera irreversible por huracanes, inundaciones, sequias y contaminación. Si bien consideramos que los esfuerzos globales como el Acuerdo de Paris son importantes mientras no se ataquen a las causas estructurales que provocan esta crisis, no podremos detenerla, más aún cuando el principal contaminador de la historia de la humanidad es Estados Unidos y le dé la espalda a la ciencia, al multilateralismo y por tanto a la humanidad.

El cambio climático es consecuencia inseparable del capitalismo, de la sobreproducción y de los patrones de consumo, el planeta se agota y con él la vida.

La segunda gran amenaza es el armamentismo, la cultura de la guerra y la posibilidad de una catástrofe nuclear, muchos líderes sobre todo aquellos que más armas tienen vienen a este Foro a hablarnos de paz. El gasto militar va creciendo, el año 2017 fue superior al del año 2016 en un 1,1%, llegando a la exorbitante suma de 1.739 trillones de dólares, representando el 2,2% del PIB mundial. El mundo no puede vivir a expensas de quienes se creen con el derecho de producir y utilizar armas capaces de la destrucción total de la vida de nuestro planeta. Además la industria armamentista se alimenta de la guerra, mientras sus armas son probadas y se muestran eficaces matando a niños y niños el valor de sus acciones se incrementa en la Bolsa de Valores.  Esa lógica criminal debe cesar, esta amenaza también viene de la mano de quienes están dispuestos a invadir países, cambiar gobiernos para apropiarse de sus recursos naturales de los pueblos; así instalan bases militares e intentan controlar todo el planeta.

Hermanas y hermanos, la tercera gran amenaza es la desigualdad. Cada año se concentra la riqueza en menos manos; en el año 2017, el 82% de crecimiento de la riqueza mundial fue al 1% más rico de la población; mientras  que la mitad de la humanidad no vio ningún incremento en absoluto. De acuerdo con los datos de Credit Suisse, 42 personas ahora poseen la misma riqueza que 3.700 millones de personas. Esas cifras son bochornosas y deberían avergonzarnos a todos porque no responden a un modelo de distribución de la riqueza, sino más bien a un modelo de acumulación de la riqueza y de la distribución de la pobreza.

Hermanas y hermanos, Bolivia rechaza de manera más clara y enérgica el ilegal, inhumano y criminal bloqueo económico y financiero impuesto en contra de Cuba por los EEUU. EEUU tiene la obligación de reparar económicamente por los daños causados al heroico pueblo cubano, debe cumplir las resoluciones de la Asamblea General y levantar inmediatamente el bloqueo. Además debe restituir Guantánamo a la soberanía cubana y abstenerse de cualquier acto de injerencia o intromisión en sus asuntos internos.

Desde nuestra membrecía en el Consejo de Seguridad hemos seguido de cerca los avances y dificultades en la implementación del Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno de Colombia y las FARC. Estamos esperanzados en que el nuevo Gobierno de Colombia impulsará los procesos de integración social y económica de los excombatientes y proteger la vida de los defensores de los Derechos Humanos y líderes comunales. Estos esfuerzos ratificaran una vez más que América Latina y el Caribe es una zona de paz.

Hermanas y hermanos, la hermana República de Venezuela está sufriendo una agresión descarada de parte de EEUU y sus aliados. Latinoamérica rechaza de manera clara los intentos de intervenir militarmente Venezuela, los problemas venezolanos deben ser resueltos por los venezolanos, EEUU debe retirar las medidas ilegales y unilaterales que representan una de las causas de la situación económica de ese país.

También aprovechamos esta oportunidad para manifestar nuestra condena a la criminal ocupación israelí sobre territorios palestinos; condenamos también la decisión unilateral e ilegal del Gobierno de los EEUU de declarar a Jerusalén como capital de Israel, esa decisión pone en peligro cualquier posibilidad de alcanzar una paz justa y duradera. Asimismo, reiteramos nuestro apoyo a la solución de los dos Estados, un Estado Palestino libre, independiente y soberano con las fronteras previas a 1967 y con Jerusalén Oriental como su capital.

Lamentamos profundamente que la guerra de Siria haya provocado más de medio millón de muertos en los ocho años que pasaron, esa es la consecuencia de las políticas de cambio de régimen, de la injerencia en asuntos internos, de la lógica de apropiarse los recursos naturales. Bolivia rechaza las violaciones a la soberanía, independencia e integridad territorial que directa o indirectamente son perpetradas por varios estados, incluido EEUU. Estamos esperanzados que los esfuerzos de la ONU para alcanzar un acuerdo político para los sirios tenga frutos muy pronto; saludamos los esfuerzos de Rusia, Irán, Turquía, Kazajistán para evitar mayores sufrimientos en el pueblo Siria.

Hermanas y hermanos; para concluir es mi deber informar cómo está Bolivia; como ustedes saben nos hemos liberado de las bases militares estadounidenses, de la DEA, de USAID, de las imposiciones del FMI y de otro tipo de imposiciones; ahora Bolivia es un ejemplo para la región y para el mundo.

Tenemos una de las economías que más crece en la región, en la última década hemos reducido la pobreza extrema de 37% a 17%; hemos incrementado la esperanza de vida en ocho años. Hemos reducido la mortalidad infantil en 56%, hemos reducido la desnutrición crónica infantil en un 50%; Bolivia es el país que más dinero invierte en energías renovables con relación al PIB, estamos construyendo una sociedad más justa.

Aprovechamos también esta oportunidad para informar que, como iniciativa para luchar contra la corrupción, el Presidente y el Vicepresidente hemos renunciado al Secreto Bancario. Convocamos a todos los jefes de Estado asumir este tipo de medidas para gobernar con la mayor transparencia posible. Estos logros se hacen realidad gracias a la unidad del pueblo boliviano, a la defensa de nuestra soberanía, a la recuperación de nuestros recursos naturales y de las empresas estratégicas, a un modelo de economía plural y de redistribución de la riqueza.

Hermas y hermanos, ratificamos nuestro compromiso con el multilateralismo, con la necesidad imperiosa de que juntos construyamos una sociedad con igualdad y oportunidades para todas y todos, un planeta que sea cuidado como nuestro único hogar, un mundo en el que sea posible la justicia y sea realidad la paz. Muchas gracias.

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