Discurso del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce Catacora, en la Cumbre de Líderes del G20 en Río de Janeiro, Brasil
Muchísimas gracias, saludamos al hermano presidente de la República Federativa de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; a los distinguidos jefes y jefas de Estado y de gobierno; representantes de organismos internacionales; jefes de delegación.
En nombre del pueblo boliviano quiero agradecer al hermano presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, por su cálida bienvenida y su invitación a este importante evento que esperamos marcará un punto de inflexión en la lucha contra el hambre y la pobreza.
La crisis multidimensional del sistema capitalista y su lógica de consumo insostenible lamentablemente amenaza la vida en el planeta. Desastres naturales como sequías, inundaciones, incendios, tormentas y la elevación de las temperaturas aumentan su frecuencia e intensidad cada día.
Somos testigos y a la vez los responsables de este panorama desolador que provoca la desaparición de especies, la deforestación, el hambre, la pobreza y la insalubridad. Nos hemos convertido en los depredadores de nuestra propia vida; en pleno siglo XXI persisten injusticias y violaciones de los derechos humanos en el mundo; cuanto más se desarrollan las fuerzas productivas, cuanto más tecnología se incorpora a los campos de la producción y los servicios, vaya paradoja, es cuanto menos alivio existe en los trabajadores y cuanto más crece la desigualdad social y la pobreza.
Esto no puede continuar así, necesitamos con urgencia un cambio radical de nuestra forma de producir, pensar y actuar; hay necesidad de llevar adelante otra forma de producir y reproducir la vida. Este foro constituye una oportunidad única para promover acciones efectivas sobre la base de la responsabilidad y la cooperación.
Hagamos del mundo una zona de paz inclusiva, libre de hambre y de la pobreza. Los países del sur global, del que Bolivia forma parte, representamos la mayor cantidad de la población mundial, somos los más afectados con la crisis climática y la inseguridad alimentaria. Por esa razón, debemos ser parte de las soluciones y necesitamos cambiar los términos de intercambio, compensar a los países de la periferia por su aporte a mitigar la crisis climática y facilitar el acceso a fuentes de financiamiento y tecnología en el marco de la cooperación, el reconocimiento de las asimetrías y el respeto a la soberanía. Solo así lograremos proteger a los sectores más vulnerables.
La alianza mundial contra el hambre y la pobreza que Brasil hoy nos propone constituye una herramienta esperanzadora para todos los pueblos del mundo, para poner fin a estos dos flagelos indeseables que nos afectan. Saludamos su objetivo, de recaudar recursos para implementar políticas públicas y alcanzar el cumplimiento de sus objetivos de desarrollo sostenible; especialmente los referidos al fin de la pobreza, hambre cero y agricultura sostenible.
Bolivia se adhiera a la alianza y ratifica su alto compromiso y voluntad de compartir buenas prácticas y emprender acciones en este contexto; consideramos que es oportuno recuperar las experiencias de los pueblos indígenas y originarios que a lo largo de los siglos han logrado preservar la vida en equilibrio con la naturaleza; en sus saberes ancestrales está una de las claves para enfrentar la crisis climática.
Asimismo, resaltamos el papel de las políticas redistributivas del ingreso, como un mecanismo estatal indiscutible para reducir las desigualdades. En el marco de la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas del año 2021 nuestro país promovió el fortalecimiento del sistema de producción alimentario basado en la agricultura tradicional.
Esta propuesta está compuesta por sistemas de producción y de distribución liderados por pequeños agricultores, campesinos e indígenas y redes locales de comercialización y abastecimiento. Se articula en torno a unidades productivas familiares y comunitarias que en el contexto de la crisis climática y en armonía con la naturaleza garantizan en sus comunidades una alimentación nutritiva a través de una gestión integral de la tierra, el agua y los bosques.
Estas experiencias requieren estrategias de cooperación que pueden ser promovidas en el marco de la alianza contra el hambre y la pobreza y el respeto a la madre tierra para beneficio de nuestros pueblos.
El acceso a la alimentación es un derecho humano y los Estados tienen la obligación de garantizar una alimentación sana, adecuada y suficiente para toda la población.
La lucha contra el hambre, la pobreza, la desigualdad y la exclusión social es una obligación moral de todos los seres humanos, pero sobre todo una obligación moral de los países desarrollados con los países emergentes y de menor o insuficiente grado de desarrollo.
Se requieren de acciones conjuntas donde se brinde apoyo a los más afectados y con menos recursos; para esto también hay que cambiar no solo la forma de producir, sino también la forma de distribuir en el marco de esta alianza con el apoyo de todos los países aquí presentes y construyendo un nuevo orden mundial, basado en la multipolaridad podremos lograrlo.
Recordemos las palabras de Nelson Mandela cuando dijo la erradicación de la pobreza no es un gesto de caridad, es un acto de justicia, es la protección de un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a la vida decente; mientras persista la pobreza no habrá verdadera libertad.
Vamos a unirnos y construir un mundo libre, justo y un planeta sostenible esa es nuestra responsabilidad.
Muchas gracias, hermano Lula.